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A veces, la ferocidad del mundo nos impulsa a encerrarnos, a crear lugares seguros, aunque ilusorios; aunque tengamos que ceder, aunque tengamos que comer sólo cebollas.
Algo inesperado ocurrió.
El caos reina en las calles.
Dos mujeres desconocidas huyen
y se refugian en el mismo lugar.
Afuera, la realidad se desmorona
como las capas de una cebolla.
Adentro, ambas reconstruyen
juntas un mundo propio
mientras buscan
cuál es el mejor
método para no llorar.
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